Hoy quiero recomendar una lectura para que podamos seguir reflexionando en este blog sobre la juventud rural. Cuando la semana pasada publiqué el artículo de Adam, y vimos el protagonismo que los jóvenes pueden adoptar en la restauración del paisaje, recordé el último informe de Desarrollo del PNUD en El Salvador (aquí su versión resumida). El informe, y la investigación que lo sustenta, identifica cinco grupos de jóvenes que requieren especial atención ¡Y uno de estos grupos es “la juventud rural”!
Estamos perdiendo la oportunidad del bono demográfico (“la franja de tiempo durante la cual la población económica activa todavía supera a la población económicamente dependiente”, como lo define el informe). Empoderar a la juventud y convertirlos en sujetos activos del desarrollo parece una opción muy oportuna. Sin embargo, la violencia, que afecta al triángulo norte, afecta especialmente a la juventud. Mientras muchos jóvenes engrosan en estos días la caravana de migrantes, otros demuestran, como señala el informe, “la impresionante capacidad de resiliencia con que la juventud salvadoreña maneja las adversidades”.
Y me encanta la definición que el informe nos ofrece de la resiliencia, porque la define como “una capacidad que debe ser promovida en favor no solo de sobrellevar esta condición sino de transformarla”. Y me llena de esperanza saber que estamos sobre una buena pista, porque en sus investigaciones el informe afirma que “la comunidad educativa nuclear es un factor importante de protección y de fomento de la resiliencia en la juventud”. Así que felicito y animo a las compañeras y compañeros de Raíces a fortalecer estas alianzas con la comunidad educativa, a promover el desarrollo de capacidades entre los jóvenes y, sobre todo, a perseguir su inclusión productiva, social y política para que la restauración del paisaje incluya una promesa de futuro. Desde Agua Verde estaremos pendientes de estas experiencias para poder seguir aprendiendo.
