Nos enamoramos de este proyecto porque hace eco de muchas cosas que hemos visto

Nos enamoramos de este proyecto porque hace eco de muchas cosas que hemos visto

Evento de Lanzamiento del Proyecto Raíces Ahuachapán, en la Cooperativa El Jicaro. este es un proyecto coordinado por CRS en asocio con Caritas Santa Ana, El Programa Salvadoreño de Investigación sobre Desarrollo y Medioambiente (PRISMA), El Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y las municipalidades.

-Entrevista realizada por Mar Martín- Para la restauración del paisaje en Ahuchapán, el programa “Raíces”  viaja acompañado de otros socios. Hoy pudimos entrevistar a PRISMA, uno de estos socios, para conocer cuál es la visión que tienen de este programa y qué sentido tiene este programa en su dilatada experiencia anterior.  La Fundación PRISMA es un centro regional de diálogo e investigación sobre desarrollo y medioambiente, fundada en 1992, cuya misión es generar y movilizar conocimiento para fortalecer medios de vida y procesos de gobernanza territorial. En esta entrevista, me llamó la atención que, pese a su larga experiencia (que podéis conocer en esta reciente publicación), Raíces representa para PRISMA un reto y una oportunidad única. Pero, mejor, damos la palabra directamente a PRISMA.

La pregunta con la que yo inicié mi entrevista fue: “En vuestra experiencia ¿qué aprendizajes recuperaríais para Raíces? ¿Qué elementos creéis que son ingredientes muy importantes de esta visión?”

Este proyecto tiene un enfoque promisorio, innovador y necesario.

Para comenzar, tomó la palabra Nelson Cuellar.

Tenemos que decir que creemos que este proyecto tiene un enfoque muy promisorio, muy innovador, muy necesario. En algún sentido, el enfoque inicial del proyecto ha calzado muy bien con lo que han venido haciendo ciertos esfuerzos desde Prisma, muy en línea con cosas que hemos conocido y que han funcionado en otros lugares.

En primer lugar, quizás habría que distinguir entre la concepción del enfoque del proyecto, el enfoque conceptual digamos, y cómo se va implementando en la práctica. Yo creo que son aspectos distintos.

Nosotros, como Prisma, nos enamoramos de este proyecto porque hace eco de muchas cosas que hemos visto, cosas que es importante asumir y promover. No todos los programas parten de estos principios o formas de entender el desarrollo, por ejemplo, la visión de los territorios con un enfoque de paisaje, la importancia de los actores locales o la relevancia estratégica que concede a la agricultura, especialmente a la agricultura familiar, el protagonismo que está dispuesto a reivindicar para los campesinos, o la incorporación de esfuerzos concretos para la integración de los jóvenes.

Junto con todo esto, está también la apertura hacia la búsqueda de una propuesta estratégica que cubra, por ejemplo, el quehacer de las cooperativas y todo su potencial ambiental. Un potencial ambiental que hemos comprobado desde PRISMA no solo para la provisión de servicios ecosistémicos (como las fuentes de agua, sin ir más lejos) sino para la restauración de estos servicios cuando se encuentran limitados y en estado de degradación.

Por lo tanto, yo creo que conceptualmente o filosóficamente nosotros nos sentimos bastante identificados con este proyecto.

Tenemos que ponerle “raíces” a este enfoque

Ahora tomó el relevo Susan Kandel:

Antes de comentar los aspectos prácticos para la implementación de Raíces, voy a hablar yo también un poco del concepto. Es algo que va muy “anillo al dedo” con toda la trayectoria de Prisma. Desde el principio, nuestra fundación estaba preocupada por revalorizar el papel de las comunidades rurales en el desarrollo nacional. Esto es algo que hay que reconocer que tiene aún más sentido frente al cambio climático, frente a las amenazas del cambio climático y su problemática. Es la entrada para el cuidado de la “casa común” y de los servicios ecosistémicos, que son como la base para cualquier desarrollo.

Hace más de dos décadas, nosotros empezamos con diversos esfuerzos, puramente con campesinos comenzábamos. Trabajábamos con diferentes gremiales, campesinos y cooperativas. Y estábamos ya partiendo de este planteamiento.

A pesar del tiempo transcurrido, creo que todavía es un reto ver el papel de estas organizaciones, más allá de la producción agropecuaria, un reto que sentimos que es clave. Creemos que todavía se debería reconocer y validar mucho más el rol de las comunidades rurales. Además, pensamos que en El Salvador todavía tiene más valor, puesto que sabemos que tres cuartas partes de la tierra mantiene un uso agropecuario.

No se puede pensar en restauración o en resiliencia, en realidad no se puede pensar en un desarrollo sostenible del país, sin tratar de trabajar con ellos. Nosotros, en aquel entonces, en un primer momento, trabajábamos a nivel gremial. Después fuimos viendo que había un movimiento, más a nivel territorial de la gente, organizándose por encima del nivel gremial, un nivel más territorial. Vimos, entonces, que esto podía ser un dinamizador para pensar el desarrollo territorial con esta perspectiva y para pensar en la posibilidad de la restauración y el papel de las comunidades rurales para los servicios ecosistémicos clave.

Más tarde, con todo el ajuste estructural y su contexto, el desarrollo rural fue conceptualizado como si se apostara por reconvertirlo hacia el progreso, pero no como un ente clave para el desarrollo del país.

Lo interesante es que, pasado el tiempo, pudimos comprobar también que, en un contexto de institucionalidad, con un gobierno más abierto y con políticas de restauración, tampoco se pudo lograr esto. Nos dimos cuenta de que no se puede lograr desde la institucionalidad como tal. Es un esfuerzo que debe estar retomado a nivel de país, desde las comunidades rurales.

Tenemos que ponerle “raíces” a este enfoque y continuar a partir de un esfuerzo que demuestre en el territorio que existe apropiación por parte de la gente, que es posible llegar con una visión compartida conceptual, que sí es posible tener un proceso de cambio, que es posible cambiar las  prácticas y la forma de hacer desarrollo económico. Es posible un desarrollo mediante la restauración de los servicios ecosistémicos clave; y esto abrirá la posibilidad para un desarrollo más integral, un desarrollo que será económico y social.

En términos de ideas, es así. Sin embargo, nosotros tenemos poca experiencia práctica en el territorio; aunque pudimos acompañar parte del esfuerzo, comprender qué significa concretamente e interactuar con los actores que protagonizaron esos esfuerzos.